La banquisa ártica alcanzó su extensión mínima anual de 2019 el pasado 18 de septiembre, con una superficie de 4,15 millones de kilómetros cuadrados.

Este dato supone el segundo mínimo más bajo de la serie histórica que arrancó en 1979, empatado con los registros de 2007 y 2016.

Tras el relativo buen dato de 2018, que quedó como el sexto peor del registro histórico, este año parece que el Ártico ha vuelto a los niveles más bajos que se le recuerdan desde que hay datos oficiales y lógicamente sigue muy por debajo de los niveles que se alcanzaron en la década de los 1980, por ejemplo.

Un dato aun no definitivo

Se trata de un dato que de momento no es definitivo y que está sujeto a una nueva medición más exacta por parte del NSIDC (Centro Nacional de Datos de Nieve y Hielo) quién ha emitido una nota con los datos preliminares obtenidos de las observaciones satelitales.

No obstante, lo lógico es que el registro siga siendo el segundo peor y que no varíen mucho los Kilómetros cuadrados estimados.

Un mínimo en la fecha normal

El hecho de que el mínimo anual se haya alcanzado el 18 de septiembre está en lo esperado, pues estadísticamente el valor más bajo de la banquisa ártica se registra entre el 12 y el 19 de septiembre de cada año.

No hay señales de recuperación

Desde la NASA indican que la extensión mínima de hielo marino de este año demuestra que no hay señales de que la banquisa se esté recuperando.

La tendencia a largo plazo para la extensión del hielo marino del Ártico ha sido definitivamente a la baja.

Pero en los últimos años, la extensión es lo suficientemente reducida como para que las condiciones climáticas puedan o causar que la extensión de un año en particular sea un nuevo récord más bajo o que mantenga dentro del grupo de los más bajos.

Cómo fue la temporada

Las condiciones meteorológicas siempre son las que marcan el estado de la banquisa ártica, profundizando o reteniendo su declive en función de la incidencia de los episodios de altas temperaturas, de la llegada de borrascas templadas o de lo contrario, la persistencia de unas condiciones más frías.

En la temporada de deshielo que ha terminado se comenzó con una banquisa de extensión muy baja, seguida de una pérdida de hielo muy rápida en julio que se frenó considerablemente tras mediados de agosto.

Luego, a principios de agosto se alcanzaron niveles de hielo que eran un récord bajo para esa época del año, por lo que había la posibilidad de que se diera un nuevo récord del mínimo más bajo.

Pero a diferencia de 2012 (el año con la menor extensión de hielo registrada), que experimentó un poderoso ciclón en el mes de agosto que machacó la capa de hielo y aceleró su declive, la temporada de derretimiento de 2019 no registró ningún suceso climático extremo.

Aunque éste fue un verano cálido en el Ártico, con temperaturas promedio de 4  ºC por encima de lo normal para la zona central del Ártico, ni la severa temporada de incendios forestales del Ártico ni la ola de calor europea al final acabaron teniendo mucho impacto en el derretimiento del hielo marino.