En verano suelen llegar nubes procedentes del Sahara a la Península Ibérica. Las bajas presiones de origen térmico que se forman en el interior de la Península favorecen el ascenso de masas de aire desde el continente africano, que pueden arrastrar polvo o como en este caso nubes de tipo medio (Altostratus opacus mamma).

Esta nubosidad no suele dejar precipitación, salvo algunos goteos, como los que se produjeron en esa jornada del 17 de julio de 2017 en el entorno del Mar de Alborán y que iban acompañados de polvo arrastrado desde el Desierto del Sahara, provocando el clásico barro tan molesto en la ciudad sobre los vehículos, mobiliario, ropa… De hecho, el cielo mostraba esa tarde un aspecto marronáceo, una luz muy peculiar que nada tiene que ver con la clásica estampa del verano.