31.05.10. Se sabía que ciertas bacterias presentes en la atmósfera bajo determinadas condiciones de humedad y temperatura eran capaces de favorecer el mecanismo de la lluvia en determinadas áreas muy boscosas o de gran actividad agrícola. Un nuevo estudio nos demuestra dichas bacterias se encuentran presentes en todo el mundo y su importancia se estima vital en el clima de nuestro Planeta.

Todos sabemos que en el proceso de formación de la lluvia, el vapor de agua acumulado en las nubes se precipita en forma de gotas de agua, copos de nieve o en forma granizo, a partir de que el agua se congela alrededor de una de las muchas partículas sólidas que flotan en la atmósfera, ya sean microgranos de origen mineral o polvo de origen biológico.

Años atrás, se había constatado que sobre amplias zonas agrícolas y boscosas, como en extensas plantaciones de trigo y o en el Amazonas, la abundante presencia de polen y bacterias en zonas medias y altas de la atmósfera eran los principales núcleos sólidos alrededor de los cuales se catalizaba la formación de hielo el cual al atravesar capas más calientes de aire se transformaba en lluvia.

Los meteorólogos llaman a este proceso nucleización, y es el origen, por ejemplo, de las frecuentes lluvias de barro que se producen días después y a miles de kilómetros de distancia de una tormenta de arena en el desierto.

Bacterias catalizadoras de la lluvia

Según el estudio que ha hecho para Science el biólogo Brent Christner de la Universidad Estatal de Luisiana (EEUU), junto a colegas de Montana y Francia, se han encontrado evidencias de que las bacterias que hacen llover se distribuyen por toda la atmósfera terrestre y están entre las principales partículas catalizadoras de lluvia.

El equipo de Christner ha examinado el agua de lluvia en múltiples lugares y ha encontrado que el principal agente de nucleización tiene un origen biológico, y que las bacterias tienen la capacidad de provocar la formación de hielo a su alrededor a temperaturas más altas que el polvo mineral.

Dicho trabajo, que confirma algunas suposiciones de biólogos y meteorólogos, podría tener aplicaciones prácticas para provocar lluvia artificial, de forma similar a como ya se hace bombardeando las nubes con sales de plata. El problema está en que las principales bacterias que provocan lluvias son organismos fitopatógenos.

Estos organismos son perjudiciales para los cultivos como la pseudomona syringae, bacteria gram-negativo que parasita el tallo y hojas de las plantas y que ya fue identificada hace muchos años como un importante agente de nucleización.

Brent Christner afirma en el artículo que publica Science que «mi colega David Sands, de la Universidad de Montana, propuso el concepto de bioprecipitación hace 25 años, pero pocos científicos lo tomaron en serio».

Este resultado, que convierte en suceso general lo que antes se tenía por un fenómeno local, puede dar la razón a algunos biólogos que suponían que la capacidad de las bacterias para provocar lluvias era una adaptación evolutiva para mejorar su distribución.

En el caso de ciertas bacterias, la presencia de algunas proteínas concretas que no aparecen en la membrana de otras especies y que son capaces de «nucleizar» el hielo más rápido, les hacía pensar que esa capacidad era una forma de facilitar su dispersión, como en el caso de ciertos hongos con esporas especialmente volátiles.

«Hemos encontrado nucleización de origen biológico desde Luisiana hasta la Antártida», afirma Christner, en un trabajo multidisciplinar que involucra a meteorólogos, ecólogos, fitopatólos y microbiólogos «y demuestra que estamos al comienzo de comprender la intrincada relación entre el clima del planeta y la biosfera».

David Sands, el científico al que se refiere Brent Christner en el estudio de Science, ya publicó en 2004 un trabajo sobre la nucleización en torno a bacterias, en el que propuso tratar las heladas de los campos cultivados «como se curan las infecciones», diseminando bactericidas.