Imagen infrarroja y falso color RGB del extraordinario huracán Patricia de categoría 5 en el Pacífico Noreste, 23 octubre 2015 09:30 UTC. Satélite SUOMI NPP (sensor VIIRS).

Imagen infrarroja y falso color RGB del extraordinario huracán Patricia de categoría 5 en el Pacífico Noreste, 23 octubre 2015 09:30 UTC. Satélite SUOMI NPP (sensor VIIRS).

¿Es verdad que los huracanes con nombre de mujer son más destructivos que aquellos que toman nombres masculinos? Ya nos lo han preguntado muchas veces pero, a propósito del extraordinario huracán Patricia, nos la han vuelto a hacer. Vamos a tratar de dar respuesta a esta pregunta con un polémico estudio de investigadores norteamericanos.

Orígenes de la práctica de nombrar a los ciclones tropicales.

Como ya hemos comentado en muchas otras ocasiones, respecto a la práctica de poner nombres a sistemas de bajas presiones, y toda la polémica asociada a ella, es la Organización Meteorológica Mundial, OMM, a través de un comité de expertos pertenecientes a agencias meteorológicas y centros de investigación atmosférica y climática de todo el mundo, quienes se encargan de mantener las listas de nombres que se asignarán a los ciclones tropicales de todo el planeta.

Este procedimiento se adoptó para identificar rápidamente a estos sistemas meteorológicos y facilitar la transmisión de la información respecto de estos y la recepción de esta información por parte de la población, a la que va dirigida. En definitiva, poner un nombre a un huracán permite su rápida identificación, facilita recordarlo y ofrecer información a la población sobre su evolución y, al final, que esta tome medidas de autoprotección antes de su llegada.

Al principio, la asignación de los nombres era arbitraria. Fue a partir de mediados del siglo XX cuando se empezó a confeccionar listas de nombres ordenados alfabéticamente, y que hasta 1979 era exclusivamente femeninos. A partir de entonces se introdujeron masculinos, alternos, creándose un total de 6 listas para el caso de los huracanes atlánticos y del Pacífico Noreste, que rotan cíclicamente (así, la lista de nombres de esta temporada 2015 en el Atlántico se repetirá en 2021).

También es la OMM la que decide retirar de la lista los nombres de aquellos ciclones tropicales que hayan sido muy destructivos o que hayan tenido un impacto muy significativo en la población, siendo reemplazados por otros (ejemplo).

¿Los huracanes con nombre de mujer son más destructivos que los que tienen nombre masculino?

Y aquí llega el kid de la cuestión: ¿es cierto? ¿o es falso?

Si nos ceñimos al hecho de que los nombres masculinos y femeninos se alternan en las listas, el hecho de que en el ránking de huracanes más devastadores pueda haber más nombres femeninos que masculinos, es mera casualidad.

Otro tema es, como aparece en un polémico estudio realizado el año pasado por investigadores norteamericanos, el impacto que tiene en la población el uso de nombres masculinos o femeninos, en sentido un tanto sexista. Es decir, que se pueda infravalorar a un huracán con nombre femenino ante otro de la misma intensidad con nombre masculino.

Pues bien, el resultado del experimento concluye que sí hay diferencias en la percepción, por parte de la población, del poder destructivo de una misma tormenta, según se le asigne nombre femenino o masculino. Así, el resultado indica que se producen más fatalidades ante una tormenta de la misma intensidad según el género del nombre que se le asigne.

A nuestro juicio, este estudio debe ser cogido con pinzas, dada la gran subjetividad y factores que pueden afectarle.

Por ejemplo, cómo de dañina esté siendo una temporada, de modo que la población ya esté muy sensibilizada. También el efecto eco de una noticia respecto de un huracán, que puede ser diferente entre dos tormentas, por la intensidad con la que se mediatice. Por el tratamiento diferente que pueden dar los medios a dos huracanes distintos pero con la misma intensidad de vientos o poder destructivo. O incluso el efecto de «que viene el lobo», si las previsiones fallan con un huracán pero, con el siguiente se materializan…

En definitiva, un gran número de factores que pueden adulterar los resultados de un experimento sociológico como este.