Evaluando la variación de la presión atmosférica podemos anticipar los cambios del tiempo

La presión atmosférica es la variable meteorológica que mejor nos puede anticipar los cambios en el tiempo. El barómetro sigue siendo un instrumento muy eficaz para prever la evolución de la atmósfera en las próximas horas o jornadas.

Ahora, en un mundo en el que estamos más pendientes de lo que dicen los mapas a medio y largo plazo, apostamos por la observación del tiempo mirando al cielo, entendiendo las nubes o analizando las tendencias de los instrumentos meteorológicos.

Los instrumentos meteorológicos y la previsión local

El barómetro es el instrumento meteorológico que más información puede darnos acerca de los cambios del tiempo, mucho más que el higrómetro, el termómetro o la veleta, por citar los más sencillos.

En esta otra entrada, os comentábamos cómo medir la humedad del aire en la atmósfera.

Sin embargo, el paso de las borrascas, la intensidad del viento o la llegada de la lluvia no pueden ser previstos de manera absoluta por la variación de la presión atmosférica y siempre hay que complementar sus datos con otras variables o con lo que muestra el cielo, entender el lenguaje de las nubes.

Por ejemplo, si la caída de presión viene acompañada de una subida de la humedad relativa, es un hecho claro de que una masa de aire húmeda se acerca y puede estar asociada a un frente de lluvias.

Es más fiable la tendencia que el valor actual concreto

En las latitudes medias puede haber precipitaciones pese a que el barómetro marque registros muy altos de la presión o puede hacer buen tiempo varios días con una presión muy baja.

Es mucho más significativa la tendencia observada, sobre todo si es marcada varios días, de la presión atmosférica.

Se considera que la presión es baja, si se sitúa por debajo de los 1013 mb al nivel del mar y viceversa, una presión alta.

Algunas reglas muy prácticas sobre la presión atmosférica

A modo orientativo, no siempre estas reglas resultan correctas para todas las regiones, por sus circunstancias orográficas o por la estación del año y lógicamente, por la configuración atmosférica peculiar que pueda darse en una zona, se pueden dar como fiables estas reglas:

  • Después de un período de buen tiempo, si la temperatura y la humedad relativa del aire van en aumento, mientras el barómetro sigue estacionario, pueden esperarse tormentas de calor, sobre todo en los meses con más horas de sol, de mayo a septiembre.
  • Si la presión atmosférica es alta y permanece así, sin cambios, con la temperatura y humedad bajas, el tiempo debe seguir estable. Seguramente, estemos bajo el dominio de un anticiclón persistente invernal.
  • Cuando la presión atmosférica permanece baja, después de varios días en esos valores, en un ambiente inestable, con temperatura templada o baja más una humedad relativa baja, no hay que esperar que las lluvias o las nevadas cesen a corto plazo.
  • En el caso de observar una presión atmosférica al alza, pese a que el tiempo esté inestable en ese momento, es de esperar una mejoría del tiempo, al menos transitoria: podría acercarse alguna cuña anticiclónica que dominara la zona de manera temporal entre frente y frente o borrasca y borrasca, o bien el asentamiento durante un plazo más largo de un anticiclón.
  • Si tras muchos días de tiempo estable y presión alta, se inician varias jornadas de presión en descenso, es bastante probable que la inestabilidad aparezca en breve.